Una vez mas encontramos el origen de un producto en nuestra América. El caucho o látex que los habitantes originarios de nuestro continente usaban como pegamento o para elaborar primitivos balones con los cuales jugaban.
El primer contacto de los europeos con esta materia prima, extraída del árbol de caucho o seringueira, que es usada en la fabricación de la goma natural, fue en Brasil, en el margen del río Amazonas. Charles Marie de La Condamine, que formaba parte de una expedición francesa, vio a los indígenas haciendo objetos con la savia de la seringueira y decidió llevar el producto para investigarlo. En esa época, nadie se interesó por la materia prima.
La paternidad del borrador aún no ha podido establecerse con claridad, algunos creen que fue inventado a mediados del Siglo XVIII por Magalhaens o Magellan (1722-1790), físico portugués, aunque otros atribuyen el descubrimiento de esta aplicación en 1770 a Joseph Priestley, un químico inglés. La versión más completa indicaría que en el viejo continente desde que comenzó a usarse el grafito como instrumento de escritura, se usaban migas de pan como borradores rudimentarios.
Un hecho accidental, protagonizado por el ingeniero inglés Edward Naime en 1770 cambiaría definitivamente esta práctica. Tomó distraídamente un trozo de goma creyendo que era miga de pan, y comenzó a borrar, después la práctica de usar esta sustancia se extendió. Tenía, sin embargo, un problema serio: se deterioraba con facilidad volviéndose inutilizable. Este problema fue superado en 1839 por Charles Goodyear. Con un proceso en donde el calor jugaba el papel fundamental, logró estabilizar la substancia y la volvió materia prima de múltiples productos. En honor al Dios latino del fuego, Vulcano, llamó a este proceso “vulcanización”.
Con el surgimiento de la goma como instrumento de borrado para escritura, el consumo del producto creció mucho, tanto que faltaba mercadería para atender la demanda. Algunos años antes de la Segunda Guerra Mundial, fabricantes norteamericanos resolvieron el problema de la escasez con el descubrimiento de la goma sintética, hecha en base a un subproducto del petróleo, llamadas hoy borradores plásticos.
De aquí en adelante se comenzaron a desarrollar “gomas de borrar”, antecesoras directas de aquellas que hoy tenemos en nuestros escritorios y pupitres. Fuente el papel
El primer contacto de los europeos con esta materia prima, extraída del árbol de caucho o seringueira, que es usada en la fabricación de la goma natural, fue en Brasil, en el margen del río Amazonas. Charles Marie de La Condamine, que formaba parte de una expedición francesa, vio a los indígenas haciendo objetos con la savia de la seringueira y decidió llevar el producto para investigarlo. En esa época, nadie se interesó por la materia prima.
La paternidad del borrador aún no ha podido establecerse con claridad, algunos creen que fue inventado a mediados del Siglo XVIII por Magalhaens o Magellan (1722-1790), físico portugués, aunque otros atribuyen el descubrimiento de esta aplicación en 1770 a Joseph Priestley, un químico inglés. La versión más completa indicaría que en el viejo continente desde que comenzó a usarse el grafito como instrumento de escritura, se usaban migas de pan como borradores rudimentarios.
Un hecho accidental, protagonizado por el ingeniero inglés Edward Naime en 1770 cambiaría definitivamente esta práctica. Tomó distraídamente un trozo de goma creyendo que era miga de pan, y comenzó a borrar, después la práctica de usar esta sustancia se extendió. Tenía, sin embargo, un problema serio: se deterioraba con facilidad volviéndose inutilizable. Este problema fue superado en 1839 por Charles Goodyear. Con un proceso en donde el calor jugaba el papel fundamental, logró estabilizar la substancia y la volvió materia prima de múltiples productos. En honor al Dios latino del fuego, Vulcano, llamó a este proceso “vulcanización”.
Con el surgimiento de la goma como instrumento de borrado para escritura, el consumo del producto creció mucho, tanto que faltaba mercadería para atender la demanda. Algunos años antes de la Segunda Guerra Mundial, fabricantes norteamericanos resolvieron el problema de la escasez con el descubrimiento de la goma sintética, hecha en base a un subproducto del petróleo, llamadas hoy borradores plásticos.
De aquí en adelante se comenzaron a desarrollar “gomas de borrar”, antecesoras directas de aquellas que hoy tenemos en nuestros escritorios y pupitres. Fuente el papel