En 1851 un periodista escribió en el Scientific American:
Lo que todo el mundo quiere es un sustituto del lápiz y de la pluma. Parece que un solo instrumento puede hacer esta función. Un deseo modesto pero que no se hizo realidad hasta 1938, cuando dos hermanos húngaros, Ladislao y Georg Biro, inventaron el bolígrafo. Ese año, el bolígrafo fue patentado en Hungría y la historia siguió en la Argentina.
El dibujo de la patente de Ladislao Biro.
Ya en el siglo XIX se habían realizado algunos intentos de fabricación de una pluma que tuviera un rodamiento en su punta, como el producto utilizado por John L. Loud en 1888 para marcar el cuero. Pero no fue hasta 1938 cuando el inventor húngaro Ladislao Biro inventó un bolígrafo que tuvo éxito a nivel mundial. Una tinta viscosa y oleaginosa servía para este tipo de plumas, evitando manchas porque prescindía de la punta embebida en tinta. Se llamó birome al invento por la asociación del apellido Biró y el de su socio Meyne. El término birome se convirtió en sustantivo.
El bolígrafo tenía ciertas ventajas sobre la pluma estilográfica: la tinta era impermeable y casi indeleble; podía escribir sobre superficies muy diferentes y se podía mantener en cualquier posición durante la escritura; la presión que había que aplicar para que fluyese la tinta era perfecta para hacer copias con papel carbón. Esto hizo que el bolígrafo no tardase en desplazar a la pluma estilográfica como utensillo universal para escribir.
La historia comienza cuando el célebre inventor se desempeñaba como periodista. Su idea surgió debido a que al no trabajar continuamente durante su juventud, muchas veces la tinta de su lapicera se secaba. Por eso cuando debía realizar una entrevista, tenía que pedir prestada una porque la suya no funcionaba. Adicionalmente se había cansado de las quejas de su hija Mariana porque sus compañeritos del banco de atrás, en la escuela, le ensuciaban las puntas de las trenzas en el tintero. Todo esto le resultaba muy desagradable; hasta que un día en una imprenta vio un "monstruo mecánico", la máquina rotativa con su característico "plac, palc, plac" imprimiendo diarios sin provocar manchas desagradables, y con una tinta que se secaba una vez impresa en el papel. Entonces se preguntó si no se podría simplificar este mecanismo y hacerlo manual. Allí había más de 2000 piezas, eso era demasiado grande, ¿cómo se podría hacer algo más simple para escribir? Y de este razonamiento surgió el bolígrafo, que consistía en una bola de acero en la punta de un cilindro lleno de tinta especial, que bajaba por acción de la gravedad y se secaba enseguida sobre el papel. Al bajar la tinta, impregnaba a la bola de acero, permitiendo el fluir de la tinta sobre el papel.
En esa época fue a consultar a un profesor de química, en Hungría porque tenía serias dificultades para encontrar una tinta adecuada, pero éste lo echó. De esta forma, Biro tuvo que valerse por sí mismo para encontrar un fluido adecuado para su reciente invento. Utilizando la simple lógica, Ladislao pudo desarrollar una clase de tinta que no se seque en el tanque, pero que sí lo haga en el papel. Para ello tuvo en cuenta que la tinta se compone de partes sólidas y líquidas, por lo tanto la parte líquida iba a ser absorbida por el papel y el componente sólido quedaría arriba.
Perfeccionar su invento le llevó seis años de intenso trabajo, debido a que los primeros bolígrafos no escribían nada bien; solían patinar y además la tinta oleaginosa, que se secaba muy lentamente, se emborronaba con facilidad. Por lo tanto, fue necesario construir máquinas especiales para poder engarzar a las bolillas de acero, en un dispositivo especial sin freno. En cuanto al mejoramiento de la tinta, también tuvo varios problemas. Su hermano, que era químico, trabajó en la búsqueda de una solución al igual que muchos otros profesionales. Como no se hacían grandes progresos, Ladislao Biro debió encarar personalmente el problema hasta que pudo solucionarlo. Se fue mejorando la composición de la tinta para que resultara más fluída y secase antes. Además de los problemas técnicos, el inventor argentino tuvo que enfrentar problemas económicos cuando los inversores no quisieron financiar más su proyecto; hasta el punto que tuvo que pedirles a sus empleados que trabajen sin goce de sueldo hasta que logró perfeccionar el sistema de producción del bolígrafo y así salió al mercado con un gran éxito.
Biro patentó un modelo rudimentario del bolígrafo en su país, en Francia y en Suiza, en 1938 y más tarde en Argentina el día 10 de junio de 1943, donde por vez primera se financió el invento para ser comercializado e industrializado. La célebre birome fue precedida por los modelos Eterpen y el Stratopen.
En 1944, Biro vendió la patente norteamericana a Eversharp-Faber por dos millones de dólares, y, en Europa, a Marcel Bich (fabricante de los bolígrafos Bic).
En sus comienzos este nuevo instrumento de escritura costaba entre 80 y 100 dólares, lo que hacía a la birome prácticamente inaccesible para los salarios medios de entonces. Biro anhelaba popularizar su invento. Lo hizo el tiempo: ahora no pasa de un peso.
En el año 1945 la fuerza aérea de Estados Unidos, ante la necesidad de utilizar un nuevo tipo de lapicera que se pudiera utilizar en grandes alturas sin que se derramara la tinta, le encargó a Biró 20.000 ejemplares. El éxito obtenido en esta empresa con el gobierno norteamericano colocó a este producto en la vidriera del mundo. Sin embargo, Biro no patentó la birome en EE.UU. lo que provocó una dura batalla entre competidores por su explotación comercial. En ese mismo año el norteamericano Milton Reynolds desarrolló su propio modelo y el austríaco Franz Seech inventó la tinta que se seca al contacto con el aire, la cual fue comercializada con el nombre de "paper mate".
Sin el boligrafo de tinta seca... la realidad seria otra. Sin embargo y a pesar de los grandes progresos por mejorar los bolígrafos, estos seguían siendo muy costosos (aprox. $10) hasta que en el año 1949 el francés Marcel Bich desarrolló un modelo de bolígrafo con un costo llamativamente inferior al que denominó BIC ballpoints. Diez años más tarde las bic eran las lapiceras primeras en ver el mercado americano.
Lo que todo el mundo quiere es un sustituto del lápiz y de la pluma. Parece que un solo instrumento puede hacer esta función. Un deseo modesto pero que no se hizo realidad hasta 1938, cuando dos hermanos húngaros, Ladislao y Georg Biro, inventaron el bolígrafo. Ese año, el bolígrafo fue patentado en Hungría y la historia siguió en la Argentina.
El dibujo de la patente de Ladislao Biro.
Ya en el siglo XIX se habían realizado algunos intentos de fabricación de una pluma que tuviera un rodamiento en su punta, como el producto utilizado por John L. Loud en 1888 para marcar el cuero. Pero no fue hasta 1938 cuando el inventor húngaro Ladislao Biro inventó un bolígrafo que tuvo éxito a nivel mundial. Una tinta viscosa y oleaginosa servía para este tipo de plumas, evitando manchas porque prescindía de la punta embebida en tinta. Se llamó birome al invento por la asociación del apellido Biró y el de su socio Meyne. El término birome se convirtió en sustantivo.
El bolígrafo tenía ciertas ventajas sobre la pluma estilográfica: la tinta era impermeable y casi indeleble; podía escribir sobre superficies muy diferentes y se podía mantener en cualquier posición durante la escritura; la presión que había que aplicar para que fluyese la tinta era perfecta para hacer copias con papel carbón. Esto hizo que el bolígrafo no tardase en desplazar a la pluma estilográfica como utensillo universal para escribir.
La historia comienza cuando el célebre inventor se desempeñaba como periodista. Su idea surgió debido a que al no trabajar continuamente durante su juventud, muchas veces la tinta de su lapicera se secaba. Por eso cuando debía realizar una entrevista, tenía que pedir prestada una porque la suya no funcionaba. Adicionalmente se había cansado de las quejas de su hija Mariana porque sus compañeritos del banco de atrás, en la escuela, le ensuciaban las puntas de las trenzas en el tintero. Todo esto le resultaba muy desagradable; hasta que un día en una imprenta vio un "monstruo mecánico", la máquina rotativa con su característico "plac, palc, plac" imprimiendo diarios sin provocar manchas desagradables, y con una tinta que se secaba una vez impresa en el papel. Entonces se preguntó si no se podría simplificar este mecanismo y hacerlo manual. Allí había más de 2000 piezas, eso era demasiado grande, ¿cómo se podría hacer algo más simple para escribir? Y de este razonamiento surgió el bolígrafo, que consistía en una bola de acero en la punta de un cilindro lleno de tinta especial, que bajaba por acción de la gravedad y se secaba enseguida sobre el papel. Al bajar la tinta, impregnaba a la bola de acero, permitiendo el fluir de la tinta sobre el papel.
En esa época fue a consultar a un profesor de química, en Hungría porque tenía serias dificultades para encontrar una tinta adecuada, pero éste lo echó. De esta forma, Biro tuvo que valerse por sí mismo para encontrar un fluido adecuado para su reciente invento. Utilizando la simple lógica, Ladislao pudo desarrollar una clase de tinta que no se seque en el tanque, pero que sí lo haga en el papel. Para ello tuvo en cuenta que la tinta se compone de partes sólidas y líquidas, por lo tanto la parte líquida iba a ser absorbida por el papel y el componente sólido quedaría arriba.
Perfeccionar su invento le llevó seis años de intenso trabajo, debido a que los primeros bolígrafos no escribían nada bien; solían patinar y además la tinta oleaginosa, que se secaba muy lentamente, se emborronaba con facilidad. Por lo tanto, fue necesario construir máquinas especiales para poder engarzar a las bolillas de acero, en un dispositivo especial sin freno. En cuanto al mejoramiento de la tinta, también tuvo varios problemas. Su hermano, que era químico, trabajó en la búsqueda de una solución al igual que muchos otros profesionales. Como no se hacían grandes progresos, Ladislao Biro debió encarar personalmente el problema hasta que pudo solucionarlo. Se fue mejorando la composición de la tinta para que resultara más fluída y secase antes. Además de los problemas técnicos, el inventor argentino tuvo que enfrentar problemas económicos cuando los inversores no quisieron financiar más su proyecto; hasta el punto que tuvo que pedirles a sus empleados que trabajen sin goce de sueldo hasta que logró perfeccionar el sistema de producción del bolígrafo y así salió al mercado con un gran éxito.
Biro patentó un modelo rudimentario del bolígrafo en su país, en Francia y en Suiza, en 1938 y más tarde en Argentina el día 10 de junio de 1943, donde por vez primera se financió el invento para ser comercializado e industrializado. La célebre birome fue precedida por los modelos Eterpen y el Stratopen.
En 1944, Biro vendió la patente norteamericana a Eversharp-Faber por dos millones de dólares, y, en Europa, a Marcel Bich (fabricante de los bolígrafos Bic).
En sus comienzos este nuevo instrumento de escritura costaba entre 80 y 100 dólares, lo que hacía a la birome prácticamente inaccesible para los salarios medios de entonces. Biro anhelaba popularizar su invento. Lo hizo el tiempo: ahora no pasa de un peso.
En el año 1945 la fuerza aérea de Estados Unidos, ante la necesidad de utilizar un nuevo tipo de lapicera que se pudiera utilizar en grandes alturas sin que se derramara la tinta, le encargó a Biró 20.000 ejemplares. El éxito obtenido en esta empresa con el gobierno norteamericano colocó a este producto en la vidriera del mundo. Sin embargo, Biro no patentó la birome en EE.UU. lo que provocó una dura batalla entre competidores por su explotación comercial. En ese mismo año el norteamericano Milton Reynolds desarrolló su propio modelo y el austríaco Franz Seech inventó la tinta que se seca al contacto con el aire, la cual fue comercializada con el nombre de "paper mate".
Sin el boligrafo de tinta seca... la realidad seria otra. Sin embargo y a pesar de los grandes progresos por mejorar los bolígrafos, estos seguían siendo muy costosos (aprox. $10) hasta que en el año 1949 el francés Marcel Bich desarrolló un modelo de bolígrafo con un costo llamativamente inferior al que denominó BIC ballpoints. Diez años más tarde las bic eran las lapiceras primeras en ver el mercado americano.